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Coronavirus Financiero

Coronavirus seguramente será elegida como la palabra del año en numerosos idiomas. No hay portada de periódico o informativo que no abra su información sin el parte actualizado de la enfermedad a lo largo y ancho del planeta. Y todo ello a pesar de tantas voces que llaman a la calma, pues su impacto real sobre la seguridad sanitaria de la población en general es como máximo muy limitado, habida cuenta de que en el fondo solo se trata de una variante de la gripe cuya tasa de mortalidad no supera apenas el 2% (menos del 1% fuera del foco asiático) y se ceba sobre todo en causa de muerte en personas de edad avanzada con diversas patologías previas.

Otro aspecto bien distinto puede ser su influencia en el devenir económico a corto plazo. La histeria generada está teniendo su reflejo más perjudicial en los mercados financieros, especialmente en las bolsas del mundo desarrollado (curiosamente el mejor preparado para hacer frente a la supuesta emergencia sanitaria) y puede que también – todo apunta a ello- sea causante de notables descensos en el PIB de algunos países. El impacto financiero del “bichito” en cuestión tendrá mucho que ver con el control sanitario de la epidemia en los próximos meses, pero sobre todo con el tratamiento que de este episodio hagan los medios de comunicación y las redes sociales.

Sobre el tratamiento en redes manifiesto desde ya mi más negro pesimismo -causa perdida-, pero sobre el tratamiento en medios de comunicación cabría esperar algo más de responsabilidad y rigor. Sin embargo, estos sucesos ponen una vez más en relevancia lo tremendamente vulnerables que son los mercados bursátiles a cualquier suceso o sorpresa inesperada. De ahí que, cuando se busca una rentabilidad segura, estable y poco dada a sustos o angustias, la inversión en bienes raíces, es decir, la inversión inmobiliaria “de toda la vida” aparece como la opción o alternativa más clara.

El mundo financiero argumentará que a su favor juega el factor de la liquidez- la posibilidad de convertir en líquido, o sea en dinero efectivo, de manera rápida cualquier activo financiero- pero es precisamente esa liquidez su mayor vulnerabilidad, ya que al igual que ocurre con la transmisión del virus las vías de contagio son siempre “líquidas”. O, dicho de otra manera, “el ladrillo” no se contagia del coronavirus.

Al igual que en el juego de la silla musical- en el que los jugadores se van quedando sin silla cuando para la música- cuando pare la música del coronavirus habrá muchos perdedores y, claro está, también algún gran ganador que se lo lleve todo, pero los que hayan invertido en bienes inmobiliarios simplemente observarán el resultado del juego desde su terraza sin más preocupaciones.

Os dejamos el podcast en la Radio 4g Benidorm